Francia. La barbarie yihadista se anuncia en las redes sociales

Han pasado diez días de la muerte del enseñante Samuel Paty en Conflans-Sainte Honorine, en la periferia de Paris, el 16 de octubre, y la conmoción por su asesinato
sigue muy viva incluso más allá de las fronteras francesas. Paty enseñaba libertad de expresión. Una alumna lo ha acusado de una supuesta falta de respeto hacia Mahoma, por enseñar las viñetas de Charlie Hebdo, y su padre ha activado una denuncia en las redes sociales, pidiendo su castigo. Así se ha puesto en marcha una amplia campaña en la comunidad islámica que ha llevado a su asesino, Abdoullah Anzorov, a sentirse autorizado para perpetrar este horrendo crimen. La población francesa ha sufrido duramente durante estos años, desde 2012 hasta hoy, el terror yihadista. En enero de 2015 el horror golpeó la redacción de Charlie Hebdo y el supermercado Hyper Cacher.
Entre 2014 y 2019, cuando el ISIS estableció su Califato negro, se produjeron los atentados del Bataclan en Paris, en Bruselas y en Niza. Tampoco es nueva la brutalidad de su ejecución. Una de sus víctimas, el padre Hamel, al igual que Samuel Paty, fue brutalmente degollado en la iglesia de Saint-Étienne-du-Rouvray en 2016.
Lo que sí es nuevo e inquietante, además de la profesión de la víctima, un enseñante de secundaria, es el hecho de que este crimen haya sido preparado y, de alguna manera,
anunciado públicamente.
En esta tragedia se han combinado dos elementos de esta época nueva: el terrorismo a escala global inspirado en el islamismo yihadista y las redes sociales como vehículo de odio y, en este caso, como emisoras de sentencias de muerte.
Los enseñantes franceses y quienes defienden la libertad de expresión se sienten amenazados por el fanatismo homicida y así lo han manifestado en las iniciativas de condena de estos días. Estamos a su lado. Así como reiteramos nuestro repudio hacia toda conducta inspirada en formaciones como Al Qaeda o Daesh, su ideología y su acción terrorista, ferozmente patriarcal y contrarrevolucionaria, desplegada en primer lugar contra los pueblos de Oriente Medio y del Magreb.
El respeto de las creencias religiosas jamás puede suponer ninguna forma de censura o peor, de represión hacia la libertad de expresión, y por tanto de crítica incluso hacia las religiones mismas. Entendemos la libertad de expresión como una facultad de toda persona y grupo humano, cuyo ejercicio puede naturalmente implicar una sensación de ofensa por parte de quienes discrepan de las opiniones expresadas. Esta es una libertad que defendemos. Evidentemente no es parte de esta libertad promover el odio y fomentar la violencia a causa de las opiniones, la procedencia y las creencias de las personas en nombre de la supuesta autoridad que otorga una religión.
Por otro lado, reclamar justicia y castigo para los responsables de este crimen y la desarticulación de los posibles focos de preparación de otros crímenes parecidos no significa, por nuestra parte, sumarnos a la unión sagrada promovida por el Estado francés. No sólo no nos sumamos sino que estamos en contra de una campaña prepotente que pretende supeditar la complejidad de la realidad étnica y cultural de la realidad humana francesa a la uniformidad de la pertenencia republicana y a su historia, tradiciones y ritos.
Una historia republicana francesa sangrienta repleta de guerras, colonialismo y destrucciones y que sigue suponiendo discriminaciones sociales y racismo. Estamos en contra de dividir a la humanidad entre fieles e infieles, y tampoco entre ciudadanos y los “otros”. Una ciudadanía además de cuyos derechos vienen excluidos, a menudo,
muchos seres humanos en nombre de la procedencia geográfica o étnico cultural.
Pensamos que una respuesta positiva solamente la podrá ofrecer una imaginación diferente de la convivencia pacífica, de la cercanía y de la hospitalidad, tolerante y respetuosa, entre las comunidades de procedencia y, en perspectiva, los experimentos de nuevas y libres comunidades unidas en la libre elección de valores compartidos y basadas, entre otros, en el principio de la interetnicidad.