Contra la razón totalitaria del Estado monárquico, del Régimen
de 1978, del Gobierno Rajoy y del frente PP-Ciudadanos -PSOE.
Por la libertad inmediata de Jordi Cuixart y Jordi Sánchez.
Fuera las manos del Estado español de Catalunya, de sus instituciones y de
sus asociaciones y organizaciones culturales, sociales y políticas.
Frente al 155, solidaridad y amplia unidad de todas
las sensibilidades en defensa de las libertades
Los acontecimientos se suceden con velocidades vertiginosas cuando las decadencias de órdenes, Estados y sociedades son múltiples. La que vivimos aquí y ahora es la expresión particular de la tempestad epocal mortífera que sacude el mundo. Y repercutirá en Europa, cuyos Estados no han dudado en cerrar filas en defensa del español. Hace dos meses, el Rey, Rajoy y Puigdemont llamaban juntos (con todas las fuerzas políticas institucionales y “alternativas”) a la “normalidad”, tras los atentados de ISIS, como si la asesinabilidad y la violencia reinantes fuesen “daños colaterales” a los que la humanidad debiera habituarse cínicamente o sufrir resignadamente. Hoy, el Estado de Felipe VI, blandiendo la Constitución de 1978, caduca y represiva desde su nacimiento, ha lanzado un ataque totalitario contra los sentimientos de independencia, de libertad y autodeterminación de muchas personas en Catalunya y contra sus instituciones de autogobierno, sentidas como propias por buena parte de su población, aplicando el Artículo 155. Enfatiza así aún más su lógica bélica, como la de todos los Estados. A 40 años de la restauración de la Generalitat, el 23 de octubre de 1977, el Estado español exige de nuevo resignación y sumisión a su “orden constitucional”. Lo hace liquidándola, como hizo en 1925 la dictadura monárquica de Primo de Rivera, en 1934-35 el gobierno republicano de derechas de la CEDA, mientras aplastaba a sangre y fuego la revolución social en Asturias y en 1939 Franco: totalitariamente, porque la cristalización endémica y a-histórica del Estado, especial en el caso español, no aguanta ni los sentimientos de independencia ni los anhelos de libertad, justicia social y dignidad de muchas/os en Catalunya y en el resto del Estado y ni siquiera, tampoco, los choques internos entre sus propias familias burguesas. Ya lo hemos dicho en otros momentos: nos oponemos a todos los Estados y a su razón legalista, constitucional o no, de violencia concentrada, de asesinabilidad y de represión normalizadas, de lógica totalitaria y patriarcal, constitutiva también de los democráticos, en los que opresiones y dominaciones sobre personas y pueblos conviven, según la conveniencia estatal, con libertades formales limitadas. La represión del 1 de Octubre, el encarcelamiento de los dirigentes de la ANC y de Ómnium Cultural, los pro- cesos por sedición y/o rebeldía que se ciernen contra miembros de la Generalitat, la intervención de la televisión y la radio autonómicas y de las Consellerías, la destitución del President y del Gobern, el control del Parlament... y el desembarco de Rajoy y sus ministros para tomar el mando sobre el territorio catalán, muestran la dinámica del Estado español. Estamos ante una involución estatalista reaccionaria histórica, que ha comenzado por Catalunya, pero que no se detendrá en sus confines. Afecta y concierne a todas las sensibilidades que consideran la libertad, la dignidad y la justicia tan necesarias como el aire. Defenderlas significa para nosotros hacerlo mediante una amplia unidad solidaria. Pero también independientemente, porque creemos que la lógica política y estatalista pervierte lo más esencialmente humano: las conciencias y la construcción de relaciones humanas benéficas; y es un obstáculo directo para la posibilidad de comunidades, abiertas, incluyentes y autodeterminadas. Frente a esa lógica, la construcción de comuniones de valores ideales y éticos es la obra cotidiana de nuestro humanismo socialista y el tejido teorético de una alternativa de autoemancipación posible y practicable.
Barcelona, 24 de Octubre, 2017