Unámonos para hacer crecerla solidaridad y repensar la vida denunciemos las lógicas mortíferas del Estado y de la política Una vez más, una tragedia anunciada: 43 personas han muerto y más de 500 personas han sido desalojadas de sus propias casas. Nuestra cercanía y solidaridad va en primer lugar para los parientes y amigos de las víctimas, para quien de nosotros ha sido golpeado directamente por esta tragedia. Pero hemos sido todos, y no sólo en Génova, golpeados profundamente por lo que ha sucedido: después de la incredulidad de los primeros momentos al darnos cuenta de que un puente de más de un kilómetro de largo había caído, un puente por el que todos nosotros hemos pasado miles de veces, un puente que infundía temor y que desde siempre había tenido problemas, aparecen sentimientos muy distintos, expresión de nuestra naturaleza humana. Sentimos una gran proximidad con quien ha sido golpeado, un inmenso dolor por las víctimas y verdadera rabia hacia los responsables de esta tragedia. Responsables: desde la compañía de carreteras a los políticos de todo pelaje y calaña que, despreciando el valor de la vida, ponen en el centro sus pensamientos, acciones y proyectos, el provecho y sus intereses y ahora vergonzosamente celebran todos juntos los funerales de Estado. Pero hay quien, también en estas situaciones, ha intentado e intenta defender la vida y afirmarla yendo también a contracorriente, como han hecho valientemente familias que han rechazado los funerales de Estado; quien, huyendo sobre un puente que se estaba derrumbando, se ha detenido para incitar a otros y otras a correr para salvarse, quien ha impedido que personas que todavía no se habían dado cuenta de lo que estaba sucediendo pudiesen acercarse al Morandi, quien, pasados pocos segundos antes del derrumbe bajo el puente, ha entendido lo que ha sucedido y ha tratado de volver atrás para ayudar inmediatamente. Y, aún más, quien se está organizando para cuidar de los niños y niñas que junto a sus familias no pueden volver ya más a sus casas, quien está poniendo a disposición sus propias capacidades para ayudarse y estar cerca.
Aniversario de los atentados en Barcelona y Cambrils.
ActualidadHa pasado sólo un año desde aquel terrible 17 de Agosto. En la Barcelona agobiada por la masificación turística resulta hasta casi extraño pensar que hubo un terrible atentado que dejó 16 muertos y centenares de personas heridas, no sólo físicamente. A esta extraña sensación contribuye también el año particular vivido en Cataluña. Queremos de todos modos recordar que fueron miles las manos que ayudaron y muchos los pequeños gestos de solidaridad. Después del atentado, también, mucha gente estuvo trabajando para evitar que lo ocurrido diese espacio al crecimiento del racismo y para no caer en la lógica de la venganza. Pero asistimos también a un lamentable espectáculo de la política en todas sus facetas. El peligro de un atentado se conocía, ya que había habido desafortunadamente decenas de preparativos fallidos, y se conocían las intenciones y las masacres ya realizadas por parte de ISIS. Hubo una carrera para desmarcarse de eventuales responsa- bilidades por parte de todos los poderes estatales, desde el Estado central, pasando por la Generalitat y las instituciones locales. Según ellos se había hecho todo lo posible para evitarlo. Seguían diciéndolo incluso después de que saliera a la luz la alerta de la CIA antes del atentado. Recordemos que El Periódico fue víctima de un ataque sin precedentes incluso por parte del máximo responsable de los Mossos d'Esquadra por publicar el documento que lo confirmaba. Luego, los diferentes poderes tuvieron que rectificar frente a la evidencia: obviamente lo hicieron sin pedir disculpas. Fue por pura casualidad que esta enorme tragedia no se convirtiera en una atentado con consecuencias aún más devastadoras. Pero nadie quiso aprender de lo ocurrido. Había que volver a toda prisa a la normalidad de la Barcelona abierta al turismo, a sus razones económicas y de imagen.
Por las víctimas de la tragedia del puente Morandi. Unámonos para hacer crecer la solidaridad y repensar la vida denunciemos las lógicas mortíferas del Estado y de la política.
ActualidadUna vez más, una tragedia anunciada: 43 personas han muerto y más de 500 personas han sido desalojadas de sus propias casas. Nuestra cercanía y solidaridad va en primer lugar para los parientes y amigos de las víctimas, para quien de nosotros ha sido golpeado directamente por esta tragedia. Pero hemos sido todos, y no sólo en Génova, golpeados profundamente por lo que ha sucedido: después de la incredulidad de los primeros momentos al darnos cuenta de que un puente de más de un kilómetro de largo había caído, un puente por el que todos nosotros hemos pasado miles de veces, un puente que infundía temor y que desde siempre había tenido problemas, aparecen sentimientos muy distintos, expresión de nuestra naturaleza humana. Sentimos una gran proximidad con quien ha sido golpeado, un inmenso dolor por las víctimas y verdadera rabia hacia los responsables de esta tragedia. Responsables: desde la compañía de carreteras a los políticos de todo pelaje y calaña que, despreciando el valor de la vida, ponen en el centro sus pensamientos, acciones y proyectos, el provecho y sus intereses y ahora vergonzosamente celebran todos juntos los funerales de Estado. Pero hay quien, también en estas situaciones, ha intentado e intenta defender la vida y afirmarla yendo también a contracorriente, como han hecho valientemente familias que han rechazado los funerales de Estado; quien, huyendo sobre un puente que se estaba derrumbando, se ha detenido para incitar a otros y otras a correr para salvarse, quien ha impedido que personas que todavía no se habían dado cuenta de lo que estaba sucediendo pudiesen acercarse al Morandi, quien, pasados pocos segundos antes del derrumbe bajo el puente, ha entendido lo que ha sucedido y ha tratado de volver atrás para ayudar inmediatamente. Y, aún más, quien se está organizando para cuidar de los niños y niñas que junto a sus familias no pueden volver ya más a sus casas, quien está poniendo a disposición sus propias capacidades para ayudarse y estar cerca.