Carta de nuestro compañero Jaime Aguirán, sobre la situación en EE.UU.
Mientras ocurre esta ignominia, Juan Carlos y Leticia saludan amigablemente a Donald Trump
La condición humana en nuestra época es, probablemente, de las más extremas de cuantas ha experimentado la especie humana a lo largo de su camino en este planeta. A lo largo de las últimas semanas hemos conocido varios hechos que definen nuestro tiempo, en parte. Porque la realidad está llena de claroscuros. Desde el pasado mes de abril, con la entrada en vigor de la nueva política de inmigración de la administración Trump –llamada “Tolerancia cero”–, 2.300 niños de origen centroamericano han sido secuestrados en auténticas jaulas por la Patrulla Fronteriza de EE.UU. y separados de sus madres y padres. Sus progenitores se enfrentan a una acusación por la vía criminal y les espera la deportación. Estos hechos recuerdan a algunas prácticas del nazismo de los años treinta del siglo XX. La publicación por parte de la agencia de noticias independiente Propublica1 de un audio grabado en el interior de estos centros de detención, en el que se oye el desgarrador llanto de varios pequeños de entre cuatro y diez años, rompe el alma de cualquier persona que conserve algo de humanidad en sus entrañas.