La Venezuela sacudida por las manifestaciones populares, por la cínica represión de Maduro, por la crisis económica y por el resquebrajamiento del régimen, vive jornadas inéditas y sanguinarias. El dictador Maduro carga sobre su conciencia con centenares de muertos y sobrevive gracias al fraude y los actos liberticidas y vejatorios, desvelando así, en su propio declive, su naturaleza reaccionaria y antipopular de forma muy evidente. Aparece con toda su brutalidad aquello que estaba inscrito en la génesis y en las características originarias del régimen de Chávez: autoritarismo militarista y policial, represión feroz toda vez que fuese necesario, corrupción, privilegios y mentiras de Estado. Sale a la luz todo lo que era mal ocultado por la demagogia antiimperialista y por las pasajeras y parciales concesiones del régimen a los sectores populares producto de la renta petrolera, debido a la explosión de la crisis económica, el progresivo alejamiento del régimen incluso ante quienes lo sostuvieron y el odio creciente de gran parte de la población. Maduro y Chávez son de la misma pasta y por eso el chavismo en su fase decadente no puede renunciar al poder ni hacer otra cosa que defenderlo acentuando sus más brutales rasgos. Una significativa parte de la así llamada izquierda antagonista y antiimperialista, con su complicidad con Estados corruptos y supuestamente “progresivos” como el Brasil de Lula, la Bolivia de Evo Morales, la Argentina de los Kirchner y la Cuba de los hermanos Castro, permitieron que este régimen criminal se esconda durante años detrás del título de “amigo” de los pueblos y de su liberación. Nada más falso, como nuestra Corriente Humanista Socialista viene afirmando desde siempre con claridad desde el ascenso de Chávez al poder, contrastando con sus seguidores de la izquierda. Quienes desde la izquierda tienen verdaderamente en el corazón los destinos de los pueblos, debe hoy realizar un balance honesto y riguroso sobre este régimen y sobre la complicidad de la que ha gozado. Las movilizaciones populares contra Maduro que desde hace meses sacuden Venezuela cuentan con una heterogénea y a menudo caótica agregación de numerosas exigencias y de muchos diversos protagonistas: amplios sectores populares, estudiantiles y de trabajadores y trabajadoras junto a sectores reaccionarios y minorías que buscan lucrarse en medio del caos. Es evidente que los líderes de la oposición política a Maduro -muchos provenientes de las mismas filas del régimen o de otros ámbitos reaccionarios- son un factor contaminante en las protestas. De ninguna manera son una alternativa: más bien se trata de personajes inspirados en una lógica especular y análoga a la del caudillo. La autodeterminación y el rescate del pueblo venezolano pasan por la posibilidad de emprender un camino independiente que incluya liberarse del reaccionario régimen chavista y de las trampas de las actuales y nefastas oposiciones políticas.
Claudio Olivieri y Piero Neri Publicado en La Comune online Martes 8 de agosto de 2017