Enfrentamiento EE.UU. – Irán Se rebaja el tono, permanecen los peligros

Después del asesinato terrorista de Soleimani por parte de los EE.UU., la represalia del régimen teocrático iraní ha tenido un perfil relativamente bajo: ataques con misiles a dos bases en Iraq con militares de EE.UU., cuidándose de que no hubiera víctimas para evitar una escalada hacia la
guerra abierta. Trump ha tomado nota y reacciona con sanciones económicas pero sin, por ahora, ulteriores intervenciones militares.
El tono se ha rebajado pero los peligros de guerra permanecen, todos ellos y para todos/as nosotros/as. Porque Irán tiene que defender su papel de agresiva y reaccionaria potencia político-militar en la región. Porque la criminal política exterior de los EE.UU. es improvisada e irracional, dirigida por Trump para sacar provecho de la difícil situación interna (véanse el impeachment y las futuras elecciones). Porque ambos regímenes responden a una tendencia de esta fase histórica: los Estados cada vez están más contra la gente, asesinos y belicistas; la política –en crisis y en decadencia– tiende a reducirse a su núcleo duro, es decir, la guerra. Las consecuencias las han pagado, después del 2011, las revoluciones de la gente común en Egipto y en Siria. Hoy sufre estas ulteriores regurgitaciones de guerra quien hace meses se ha movilizado en el mismo Irán contra el régimen reaccionario, quien continúa valerosamente manifestándose contra los regímenes corruptos y asesinos de Iraq y de Líbano. A ellos y a las gentes martirizadas de esta región va nuestra solidaridad.