Elecciones en Madrid. Miserias y peligros de la política.

El 4 de mayo habrá elecciones autonómicas en Madrid. La campaña electoral, insufrible y cargada de mentiras, ya empezó hace un año.
Otras elecciones en tiempos de pandemia. Unas elecciones de las que nadie sentía la menor necesidad, excepto aquellas y aquellos que ansían, por encima de toda consideración de orden sanitario y ético, mayores cotas de poder político. Es una prueba más de la distancia y del contraste entre las exigencias humanas y los intereses políticos.
Los intereses en primer lugar de quienes han convocado estas elecciones, el PP e Isabel Díaz Ayuso. Pero también los intereses de quienes, como Ciudadanos y el PSOE, con sus maniobras, han concurrido a dar vida a este triste espectáculo.
Los hechos son conocidos. El PSOE y Ciudadanos acuerdan una moción de censura para hacerse con el gobierno de Murcia. El PP la neutraliza comprando a tres cargos murcianos del partido naranja y aprovecha la ocasión para convocar elecciones en Madrid. Se adelanta así a otra posible moción de censura y, de paso, intenta comerse lo que queda del partido de Arrimadas. No hay inocentes en esta escuálida farsa sólo políticos mediocres y arrogantes. Y sin embargo las consecuencias las pagará, como siempre, la gente común.
Los pronósticos electorales parecen augurar éxito a los planes de Díaz Ayuso y compañía. Esto nos dice que la decadencia moral no afecta solamente la esfera del poder político sino también a amplios sectores de la sociedad. El cinismo, la irresponsabilidad y las mentiras de la presidenta de la comunidad madrileña han encontrado audiencia en el egoísmo de mucha gente y en la defensa de sus privilegios sociales por encima de todo. El hecho de que esto ocurra en la Comunidad donde más se ha atacado a la Sanidad, donde menores han sido las medidas para limitar el contagio y donde más numerosas han sido las víctimas de la pandemia, nos da la medida del grado de deterioro humano y social en el que vivimos.
Ante los amplios sectores de retrógrados y reaccionarios que apoyan al PP y a Vox, que ya se convierte en su único y legítimo aliado, hay muchos otros que tienen todo el interés en parar los pies a las derechas. Son, por ejemplo, las personas que se sienten al lado del personal sanitario y de todos aquellos que han trabajado y trabajan expuestos a la pandemia. Son los que no se olvidan de quiénes son los principales responsables de lo que ha pasado en las residencias de mayores. Son los que saben que un gobierno del PP y Vox supone nuevos peligros para las condiciones de vida, los derechos y las libertades de todas y todos.
Por estas razones, pensamos que el 4 de mayo en Madrid es útil votar contra las derechas.
Eso no significa, sin embargo, tener confianza en las izquierdas políticas. No olvidemos que el PP, en las anteriores elecciones, reconquistó el Ayuntamiento de Madrid y defendió la comunidad autónoma gracias, entre otras cosas, a la guerra interna de Podemos. Hoy el peligro de la desaparición electoral de su partido ha llevado a Pablo Iglesias a presentar su candidatura y a convertirse así en la alternativa a Ayuso.
Muchas personas animadas por intenciones solidarias advierten que votar puede ser esta vez un acto necesario, aunque despierte poca o ninguna ilusión. Es una sensación que compartimos. De hecho, las razones que nos animan a un compromiso en consonancia con las esperanzas y las preguntas de quienes buscan ser protagonistas de mejorar la vida nos sitúan, más que nunca, en un camino alternativo a la lógica política y a sus mezquinas expresiones.