La primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas del domingo 10 de abril ofrece algunos indicios sobre opiniones y tendencias de la realidad política gala y de su crisis.
El total de votantes ha sido de 34.643.382. La abstención ha crecido en 1.415.431 puntos. Emmanuel Macron con 9.560.545 obtiene el 27,85% de los votos. Marine Le Pen con 8.109.857 el 23,15%. Jean Luc Mélenchon con 7.605.225 el 22%. Los dos primeros, como hace 5 años, pasan al segundo turno.
Macron, que ha sumado 885.219 votos más que en el 2017, se sitúa por encima del eje que separa los bloques tradicionales. Es interesante ver como se ha movido el voto entre los candidatos de las izquierdas y de las derechas.
En el electorado de izquierda, que ha emitido 11.058.028 votos (1.012.970 más que en 2017), ha triunfado Mélenchon. Si Roussel, el candidato del Partido Comunista Francés que ha obtenido 799.334 votos, hubiera orientado sus votos, como hizo en 2017, hacia el candidato de la Francia Insumisa, hoy en la segunda vuelta sería Mélenchon y no Le Pen el contendiente de Macron a la presidencia francesa. Sin embargo, el dato más destacado en la izquierda es el tremendo descalabro de Annie Hidalgo, alcaldesa de Paris y candidata del Partido Socialista (PS), que pasa de los 2.291.565 de votos de Hamon de 2017 a los 604.217 actuales. Superada netamente también por el ecologista Jadot, con 1.587.534 votos. En la extrema izquierda, Poutou (Nuevo Partido Anticapitalista) con 265.834 votos y Arthaud (Lucha Obrera) con 195.884 pierden respectivamente 128.428 y 36.544 votos siempre en relación a 2017.
En el bloque de las derechas, que reúne 23.585.354 votos (2.428.401 menos que en 2017),
Marine Le Pen ha obtenido 430.000 más que hace 5 años.
Al crecimiento de la extrema derecha contribuyen también los 2.442.624 de votos de Zemmour y Dupont-Aignan con 718.842 votos (1.695.186 en 2017). Mientras que otro candidato, Lasalle sube a 1.095.700 (435.365 en 2017). Sin embargo, al igual que el PS en la izquierda, la derrota más sonada aquí es la de los Republicanos que con Pécresse bajan 1.658.386 votos frente a los 7.231.797 de Fillon en 2017.
Algunas consideraciones
El incremento de votos de Macron ha venido probablemente del electorado de derecha.
El peligroso crecimiento de la extrema derecha explícitamente racista y soberanista expresa la polarización que moviliza, también en el plano electoral, sectores retrógrados o directamente reaccionarios en una clave nacionalista y excluyente.
Mélenchon se confirma como la principal opción electoral de la izquierda. Esta vez, más allá de su mensaje populista, ante la dispersión electoral, ha canalizado también la movilización del “voto útil”.
El derrumbe del PS no por ser previsto es menos significativo y supone un cuestionamiento del futuro mismo de esta fuerza política histórica.
La decadencia de la política tiene expresiones evidentes en una de sus patrias históricas con la casi desaparición de los principales partidos de la V República, la derecha republicana de inspiración Gaullista o liberal y el PS.
Macron, que se presenta como el heredero-superador de estas tradiciones políticas y culturales tiene, sin embargo, una formación, «La République En Marche», que es todo menos una fuerza mínimamente estructurada con una «base» casi exclusivamente electoral.
Como hace 5 años, en la segunda vuelta se enfrentarán Marine Le Pen y Macron, al que todos dan como favorito. Sin embargo, puede que esta vez haya más incógnitas.
La abstención, que en esta primera vuelta ha sido inferior a lo previsto, podría crecer en la segunda de manera notable, considerando la creciente hostilidad del electorado de izquierdas hacia Macron, sus políticas y su programa. La comprensible y deseable convergencia de votos a favor de Macron que, ante el peligro mayor que suponía Marine Le Pen, le llevó hace 5 años al Eliseo puede que esta vez sea un poco más complicada.
Bertrand Naud y Rocco Rossetti