Melilla. Reaccionar ante la guerra hacia inmigrantes y refugiados

Mientras el drama de Melilla se aclara en todo su horror, inicia en Madrid la cumbre de la OTAN.
La coincidencia no es casual. Son dos expresiones de las lógicas de guerra que pesa sobre la condición humana en estos tiempos.
Las noticias sobre los hechos arrojan nueva luz sobre lo ocurrido. Los jóvenes, la mayoría de Sudán, que vivían, algunos desde hace años, en los montes cerca de Nador ‒localidad marroquí cercana a Melilla‒, han sufrido primero el acoso de la policía marroquí, que ha destruido sus tiendas y sus enseres, y luego, cuando 1.700 de ellos han decidido también por esta situación de exasperación, pasar la frontera, la represión, cruel y asesina, que ha provocado 23 muertos según Marruecos, que ascenderían a 37 según algunas asociaciones locales. Finalmente solo 133 llegaron a territorio español.
Las imágenes de los cuerpos sin vida, ya sea por asfixia ya sea por los golpes recibidos ofenden la dignidad humana y dan la medida de la ausencia de respeto por parte de la gendarmería, es decir del Estado, de Marruecos. Los que han conseguido saltar la valla han tenido que sufrir también la violencia de la policía española. En las fosas comunes de Nador las autoridades marroquíes pretenden enterrar, junto a los cuerpos, también la verdad sobre las causas específicas de su fallecimiento.
Las imágenes y los testimonios de lo ocurrido sitúan las «versiones oficiales» en un lugar que no sorprende pero sí indigna. Es el lugar de un poder que se siente impune ante su brutalidad y sus mentiras.
Pedro Sánchez ha hablado de «asalto violento y bien organizado, bien perpetrado y en este caso, yo creo, bien re suelto por parte de los dos cuerpos de seguridad, tanto de España como de Marruecos», reduciendo la responsabilidad de lo ocurrido a las “mafias” de inmigrantes y a los propios inmigrantes. Su comparecencia ha sido a un espectáculo obsceno además que una explícita admisión de complicidad con un crimen inédito por sus dimensiones.
La realidad vivida en Melilla y su posterior justificación son hechos típicos de una situación de guerra. De una guerra a la inmigración, es decir a las personas inmigrantes, por parte de la policía de Marruecos y España. Tampoco es casual que España pida ahora la protección de la OTAN para Ceuta y Melilla, sus últimas colonias en territorio africano.
A la guerra combatida, la que genera muertes, se asocian como siempre las mentiras que la acompañan, las que la justifican y añaden infamia sobre la memoria de las víctimas.
Esto lo hace además un gobierno de “izquierda”, formado por el PSOE y Unidas Podemos. La posición de Pedro Sánchez y del PSOE es repugnante. No lo es menos la de Podemos que como “partido” pide una “investigación” mientras que como «parte del gobierno» otorga legitimidad a los crímenes y a las mentiras que los encubren. La «razón de Estado» lejos de una justificación es una vez más un agravante.
Es el mismo gobierno que participa, enviando armas, en la guerra de Ucrania. Una guerra provocada por la criminal invasión de Putin pero en la que ni el gobierno de Zelenski ni la OTAN que lo sostiene están exentos de responsabilidad.
La tragedia de Melilla, por otro lado, es la consecuencia directa de los recientes acuerdos entre España y Marruecos, donde Sánchez ha traicionado el pueblo saharaui a cambio de que, entre otras cosas, Marruecos frenara la inmigración hacia las fronteras españolas.
Exigir verdad y justicia, la poca que puede ofrecer este sistema opresor y racista, es lo mínimo pero evidentemente ni será suficiente ni muchos menos reparador.
Este crimen contra los jóvenes de origen sudanés es un crimen hacia nuestra común humanidad diferente. Por eso hay que reaccionar con una postura ideal y moral a la altura del desafío que supone. Postura que implica una lógica de bien contra las lógicas de guerra de los Estados, y la complicidad social que pretenden fomentar. Argumentos que estamos afrontando gracias a las elaboraciones de nuestra Corriente Humanista Socialista, en particular los textos «Antropología de la decadencia. Las primeras raíces y el último imperio», escritos por Dario Renzi y publicados también por entregas en nuestro periódico.
El domingo 26 junio en muchas ciudades de la península ha habido concentraciones en las que hemos participado de denuncia de los hechos de Melilla y de solidaridad con las víctimas. Es una señal positiva. Dar continuidad a este compromiso de libertad, de solidaridad y antirracista es una exigencia que no concierne solamente a las personas inmigradas sino a todas las que a partir de una elemental identificación con nuestros semejantes entendamos emprender un camino de pacificación, de defensa de la libertad, de la justicia y la dignidad humana contra las lógicas y las prácticas de guerra que las niegan.
En este sentido, la Corriente Humanista Socialista, en la que nos inspiramos, está concentrada en este periodo en una iniciativa especial cuyos contenidos, publicados en nuestro periódico bajo el lema «Si quieres la paz desafía la guerra», sirven también como preparación del Encuentro Internacional «Lógicas de bien contra las guerras» que tendrá lugar en Vallombrosa (Italia) desde el 20 hasta el 24 de Julio.