A propósito de la aprobación de la Ley Trans.

Después de largos meses de discusiones y polémicas se ha aprobado la conocida como Ley Trans, un nombre, en todo caso, confuso. Y es que, por un lado, facilita a las personas trans, es decir, a quienes modifican algunos rasgos de sus organismos de masculinos a femeninos y viceversa (que transitan) los trámites para el cambio de sexo en los registros. Pero ni habla de cómo paliar las discriminaciones que sufren (por ejemplo laborales) ni cómo acrecentar sus derechos, aspectos sin duda importantes. Y por otra parte trata cuestiones preocupantes. Nos detenemos por ahora en dos de ellas, pues si bien quienes han votado a favor se han mostrado tajantes respecto a que no habrá consecuencias negativas para nadie, la realidad obliga a ser más cautos.
Por un lado la ley no habla de cambios físicos sino registrales, permitiendo a cualquier persona a partir de los 16 años (de los 12 a los 14 con autorización judicial y de los 14 a los 16 de los tutores legales) cambiar el sexo que aparece en documentos como el DNI con una simple declaración administrativa. Hasta ahora este cambio requería un informe médico para acreditar disforia y llevar dos años de hormonación y/o cirugía (estar transitando). Ahora basta con decir que se es hombre o mujer, ante lo que diferentes voces han señalado riesgos de que hombres malintencionados cambien su sexo para acceder a espacios reservados a mujeres así como para beneficiarse de medidas que tratan de paliar la desigualdad. En estos términos y para estas edades algo así solo está contemplado, dentro del ámbito europeo, en los Países Bajos y Noruega.
Por otro lado los cambios físicos quedan a merced de las legislaciones autonómicas, ya en marcha desde hace años en la mayoría de Comunidades. Pero en la Ley se prohíben las que son definidas como “terapias de conversión”. Este término se asocia a las siniestras prácticas para “corregir” la homosexualidad, por lo que esta prohibición parece algo positivo. Pero en el marco de la ley puede dificultar a los médicos el acompañamiento a adolescentes que asocian su malestar a ser trans para dilucidar con ellos si es esta la razón o es otra antes de comenzar tratamientos hormonales. Un problema que ha estallado en lugares como Suecia, Finlandia o más recientemente Inglaterra tras años con legislaciones como la que aquí se acaba de aprobar. Un nuevo ataque a la infancia y a la adolescencia que se suma a otros tantos.
Se necesitará tiempo para ver las consecuencias de la ley, algo que no casa bien con las urgencias electoralistas de la política. Esta era, junto a la Ley del Solo sí es sí, la ley estrella del Ministerio de Igualdad en manos de Podemos, y tenía que sacarla a toda costa aunque ello supusiese atajar un debate necesario en el que personas poco sospechosas de transfobia (como mujeres trans o médicos que trabajan desde hace décadas en este ámbito) han pedido tiempo y calma. Por otro lado el PSOE ha hecho primar la unidad de la coalición acallando las voces discrepantes en su partido de feministas históricas como Carmen Calvo. La derecha, por supuesto, tratará de sacar rédito: esperamos que no logre hacer calar su discurso reaccionario y negador de la existencia de las personas trans.
Pero más allá de la Ley, se ha abierto más claramente un debate que tiene que ver con la idea de humanidad que se tiene. Un debate importante y no descontado, considerando el contexto de decadencia cultural en el que vivimos donde son habituales las banalizaciones y las falsificaciones a propósito de nuestra común humanidad diferente. Para nuestra corriente Humanista Socialista es un aspecto fundamental, que ha abordado y aborda en muchos textos, por ejemplo en la “Declaración Sobre algunas verdades y libertades fundamentales” (disponible en esta web): “La identidad es de especie, de género, de cultura originaria, por tanto individual y, por eso, de representación de la realidad, de cambio eventualmente incluso del sexo, de relaciones, de colectividad, de actividad, de compromiso: separar estos aspectos supone un daño enorme a sí mismo”. De todo ello seguiremos reflexionando, y te invitamos a hacerlo con nosotras/os.