Francia. Nahel: un asesinato de estado.

El asesinato, con un tiro a quemarropa por parte de un policía, de Nahel, un joven de diecisiete años de segunda generación, no es un incidente aislado ni es un hecho casual. En los últimos años, decenas de jóvenes hijos de inmigrantes que viven en las banlieues francesas han sido asesinados por una policía cada vez más violenta, impregnada de racismo y de impunidad.
Al día siguiente del asesinato y durante varias jornadas, los barrios periféricos de París y también de otras ciudades francesas y hasta el centro de la capital, han sido el escenario de durísimos enfrentamientos entre la policía y los adolescentes y jóvenes, de saqueos e incendios de coches, de edificios públicos y centros comerciales. Las reacciones de Macron y de su gobierno se han caracterizado por una voluntad de enfrentamiento frontal, por la incapacidad de una mínima búsqueda de diálogo y de mediación con los jóvenes y con los habitantes de los guetos de las grandes ciudades. Cada vez más aislado, después de haber impuesto la reforma de las pensiones contra la opinión de la mayoría de los franceses y las manifestaciones de millones de personas, el presidente es incapaz de otra reacción que no sea la represión y la imposición de un orden sin perspectivas, de la cual además saca ventaja la extrema derecha.
La crisis de este orden es la crisis de la democracia francesa, del Estado y de la sociedad dominada por él, atravesada por racismo, laceraciones, injusticias y la crisis de los valores que la unificaban. La revuelta de las banlieues seexpresa de forma destructiva y frustrada. Asume las lógicas negativas de las que está impregnado el contexto en el que vivimos, en el cuál proliferan las guerras y se difunde la obsesión alienante de las mal llamadas “redes sociales”.
Un camino, no nuevo, que no lleva a nada y alimenta nueva desesperación. Sin embargo, después de meses de movilizaciones populares positivas y unitarias contra el proyecto de reforma de las pensiones, hay, en este caso, pequeñas señales importantes. Ha habido una marcha blanca pacífica en Nanterre para pedir justicia por el asesinato de Nahel; la llamada a parar las destrucciones por parte de la abuela del joven asesinado; las manifestaciones de las madres en las periferias que denuncian las violencias policiales y se oponen a las violencias de los casseurs, formando grupos de mujeres que intentan convencer a los jóvenes de interrumpir las destrucciones.