Las actuales movilizaciones en Venezuela comenzaron luego del probable fraude de las elecciones del domingo que, según Maduro y sus secuaces, arrojaron una victoria del oficialismo. Los cacerolazos desde los balcones crecieron en manifestaciones callejeras que están siendo brutalmente reprimidas por las fuerzas de seguridad y los colectivos chavistas que ya se cobraron cerca de quince muertos, además de centenares de detenidos. La situación es peligrosa y la violencia puede ir en aumento. Nos solidarizamos con la gente común, con las víctimas y los damnificados por la prepotencia homicida de los defensores del régimen venezolano. Es una señal más de la decadencia del mundo de los opresores. Las democracias son cada vez más autoritarias y bélicas, cada vez más enemigas de la gente común, deseosas de aferrarse al poder a toda costa. En Venezuela hay una dictadura democrática porque el chavismo, perdido su apoyo popular, lleva al extremo ese totalitarismo congénito de todas las democracias hasta el punto de adquirir rasgos marcadamente dictatoriales. La sociedad también está atenazada por el lado de la oposición de derecha, que en Venezuela es particularmente reaccionaria, racista, pro-yanqui y defensora de los intereses de los más ricos. Es más: a medida que el chavismo desarrolla sus maniobras, se van afianzando líderes más y más a la derecha, como actualmente María Corina Machado que incluso ha sido partidaria de las propuestas de Trump en 2019 de intervención militar. Sería muy peligroso que una derecha de estas características se monte sobre las movilizaciones populares aprovechándose de la debilidad en conciencia y en propuestas alternativas de las mismas. Por esta razón es vital sustraerse de la polarización en curso y de una lógica de campos enfrentados, un enfoque que ha impedido, incluso a la izquierda más radical y al trotskismo de este continente, ser los suficientemente duros contra el régimen venezolano, hambreador y enemigo de las libertades más elementales. La situación es muy difícil y dramática pero estar con uno o con otro de estos contendientes no es ninguna condena. Es necesario tomar partido del lado de las personas comunes damnificadas por la miseria, la represión chavista y la instrumentalidad obrada por la oposición de derecha. Hoy es vital unirse y posicionarse claramente contra el ascenso de las derechas y contra todos los gobiernos autoritarios y represivos, en defensa de la vida y de las libertades de expresión y de manifestación.
31 de julio 2024